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CORRE PACHAMAMA...ABRAZA AL SER HUMANO

Había tiempos, en los que la naturaleza fluía; Lentamente, tranquilamente, sin prisa y siempre con paciencia.

Parecía una eternidad de calurosa pluralidad. Apareció el ser humano, poco a poco, a veces con calma, más adelante con rabia y ruptura con la tierra. Dominando al verde que no existe sin el azul, al azul que depende del blanco. Se apropio de los olores, los colores, de los sonidos que caracteriza la profundidad de la selva y la sierra, de la costa y del cielo. Fabricó monumentos de racional superioridad.

Callaron los sonidos de variedad expresiva. Todavía quedan relictos de estos tiempos. A veces antiguos a veces calientes y frescos. Lugares que describen, con su sencilla honestidad de silencio, el pasado de ideologías e ideas que marcan los caminos del tiempo. Quedan ruinas y pedazos de piedras que aunque debido a un pasado sangrado, han formado el hoy, que nos dará el mañana. El pasado.

Lo estudiamos y seguimos mejorando, recordando, entendiendo y ojala aprendiendo. No se lo puede negar. El tiempo pasa. La naturaleza retoma lo que ha sido suyo. Quedan huellas del pasado. Queda el olor del hombre y las sombras de sus pasos. Las paredes derrumbadas, decoran las montañas y las palmeras acarician las puertas crujiendo. Y mientras la Pachamama corre, abraza al ser humano, descansando en la eternidad de la nada, del todo. Sin prisa, siendo perfecta sin esfuerzo. Le da espacio, migajas de sus pasos y a veces bellos movimientos. Todo es parte de todo.

Colaboración: Marai El Fassi

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